Me llegaban e-mails de compañeros de trabajo, de vecinos y conocidos invitándome a participar en campañas para recabar fondos o para hacer alguna donación para un proyecto de caridad. Algunos eran locales y otros internacionales: Para apoyar instituciones en la investigación contra el cáncer o el alzhéimer, para apoyar a personas con adicciones, para las mujeres que son maltratadas, para combatir el sida en África, para un hospital infantil de brasil, para ayudar a los del damnificados del tsunami, para reconstruir una iglesia en ecuador, para los investigadores de la Universidad de Toronto, etc. Se sentía como si fuera “spam” del Internet..
“Que los ayude el gobierno” – pensé alguna vez- aquí en Canadá yo pago suficientes impuestos como para que por encima de eso tenga yo que aportar mas dinero a esas causas. Además: Que tengo yo que andar donando dinero a gente que tiene sida en África, o a los niños pobres en Brasil...como si no hubiera suficientes pobres en mi país México – ¿le suena familiar mi forma de pensar?-
Hay un par de cosas que los mexicanos y los latinos en general deberíamos entender mejor: 1) La construcción de un país no la hacen los gobiernos, lo construyen los ciudadanos. 2) El dar es una forma de vida que no tiene fronteras ni nacionalidad.
Es esa forma de pensar, vivir y sentirse como ciudadanos del mundo y no solo de Canadá, la que les hace a los canadienses levantar la mira mas allá de sus fronteras, sea para hacer negocios o para invertir en proyectos de beneficencia alrededor del mundo. Es una diferencia cultural significativa.
Por ejemplo, es muy extraño e inusual que los canadienses no tengan una o varias causas en las que no solo aporten parte de su salario mensual, digamos 5% o 10% cada mes o hagan alguna donación significativa cada año a algún proyecto de beneficencia, iniciativas locales o bien internacionales.
Digamos que es socialmente mal visto si uno no hace donaciones periódicas o no participa activamente en algún proyecto social de beneficio.
El “dar hasta donde uno se empiece a sentir inconfortable”, es parte de su cultura. Lo voy escribir otra vez: “Dar hasta donde uno se empiece a sentir inconfortable”.
Tengo compañeros de trabajo que en realidad no ganan mucho dinero y han donado el 20% de su salario desde hace 25 años.
Las instituciones de beneficencia –locales o internacionales- son realmente percibidas como negocios comunes y corrientes en donde uno invierte su dinero y se espera tener un retorno sobre la inversión. Uno espera ver que esas organizaciones trabajen y mejoren el entorno y la vida de las personas, uno espera que esa inversión de buenos rendimientos. Rendimientos que ayuden en la construcción de un mejor país y en la formación de una mejor sociedad que le de continuidad y trascendencia a un país.
Otra diferencia cultural de notar es que los canadienses millonarios no suelen dejar su fortuna total a sus herederos. Regularmente les heredan alguna propiedad o casa, y algo de dinero para que tengan una vida sin muchas dificultades, pero el grueso de su fortuna la dejan “invertida” en diferentes proyectos, fundaciones y obras de beneficio cuyos “rendimientos” seguramente serán disfrutados por su descendencia en la forma de una mejor sociedad, un mejor entorno, y un mejor país.
Podría ser cultural, quizá sea un legado histórico que nos dejaron los españoles en la conquista, quizá siempre hemos vivido en una sociedad que es temerosa o egoísta, o quizá sea parte de nuestra idiosincrasia nacionalista. El hecho es que los mexicanos y en general todos los latinos hemos sido diferentes y ahora estamos cosechando lo que por años hemos sembrado.
Piénselo bien, cuide su buena fortuna pero invierta su dinero sabiamente
